de Mariano Martín

domingo, 30 de marzo de 2014

Danza plástica



En un pétalo de viento
tu dulce nombre escribí,
como era aroma del viento,
con el viento lo perdí”
Edgar Morisoli


Un fantasma bailarín. Una danza imperiosa por alcanzar la vida. Del objeto inanimado a la ansiada vida. Vida, vida. Muerta pero con vida. ¡Cómo baila ese tango infernal!

Tal vez su constitución molecular lleve consigo, en lo más profundo, algo que en algún momento fue danza. Un neutrón de un bandoneón, un protón arrabalero del abasto, un mínimo electrón de una bailarina. Incertidumbre y su principio. Puedo ver como baila pero no sé donde esta, puedo ver donde está pero no sé cómo baila. La química de tu danza. ¿Estás o no dentro de la caja? ¿Vivo o muerto? Tu, gato químico.

De forma errante la danza sigue. Ella continúa con su movimiento. Sacudiendo sus orejas, siguiendo a su partener. Bendito su compañero, fuerza natural arrasadora de pensamientos. Baila con una y baila con todas, no solo orejonas sino también pequeñas y amarillas del otoño. Maneja el tempo cual metrónomo. Su cuerpo todo es una orquesta disciplinada por la batuta. Que bailarín este. A todos invita, a todos acude. Ahora baila con la bufanda de Antonio, sacudiéndola de un lado a otro. 





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