de Mariano Martín

domingo, 30 de marzo de 2014

Danza plástica



En un pétalo de viento
tu dulce nombre escribí,
como era aroma del viento,
con el viento lo perdí”
Edgar Morisoli


Un fantasma bailarín. Una danza imperiosa por alcanzar la vida. Del objeto inanimado a la ansiada vida. Vida, vida. Muerta pero con vida. ¡Cómo baila ese tango infernal!

Tal vez su constitución molecular lleve consigo, en lo más profundo, algo que en algún momento fue danza. Un neutrón de un bandoneón, un protón arrabalero del abasto, un mínimo electrón de una bailarina. Incertidumbre y su principio. Puedo ver como baila pero no sé donde esta, puedo ver donde está pero no sé cómo baila. La química de tu danza. ¿Estás o no dentro de la caja? ¿Vivo o muerto? Tu, gato químico.

De forma errante la danza sigue. Ella continúa con su movimiento. Sacudiendo sus orejas, siguiendo a su partener. Bendito su compañero, fuerza natural arrasadora de pensamientos. Baila con una y baila con todas, no solo orejonas sino también pequeñas y amarillas del otoño. Maneja el tempo cual metrónomo. Su cuerpo todo es una orquesta disciplinada por la batuta. Que bailarín este. A todos invita, a todos acude. Ahora baila con la bufanda de Antonio, sacudiéndola de un lado a otro. 





miércoles, 26 de marzo de 2014

Favor

Es favor querida
dime que no
no ves que la esperanza
es el peor dolor

Es favor querida
dime adiós
el destierro de tu pecho
anuncio demoledor

Es favor querida
dime que no
si me lo pintas de verde
es el peor color

Es favor querida
dime que no
se trata de mi duelo
de mi corazón

Es favor querida
dime adiós
soltarle la rienda al perro
que no vuelva el amor

Es favor querida
toma una decisión
o me pintas de negro
o elijes el color

Es favor querida
toma una decisión
la incertidumbre no es vida
es desesperación


domingo, 23 de marzo de 2014

Los Guatas


Poca gente los conoce realmente, yo soy uno de esos afortunados. Aunque vivamos rodeados de los guatas, los ignoramos todo el tiempo. Son seres sociables pero sumamente desconfiados. Un guata puede tener millones de amigos pero nunca le contaría una intimidad a alguien. Se aíslan en sus burbujas insignificantes y día a día los pasamos por alto. Viven en las gotas de lluvia, y cada vez que estas se estrellan contra el suelo emitiendo su característico “bloop”, miles de guatas salen volando por el aire sin perder su humedad.

El trabajo principal de la comunidad guatera es refractar la luz, laburo que implica esmero y actividad cooperativa. Cuando un rayo solar llega a una de las paredes de la esfera de cristal, inmediatamente un guata debe capturarlo mediante un complejo artefacto denominado “capturador-refractante de efecto multicolor”. Sin perder tiempo, un segundo guata debe acudir a su ayuda para evitar la catástrofe, ya que el efecto multicolor es a la vez acumulador lo que quiere decir que, una vez partido el haz de luz en varios colores, los mismos se van juntando en el complicado artefacto produciendo un desbarajuste imposible de ser controlado individualmente y que puede llegar, en casos extremos, a reventar la gota de agua. El espectro de colores es liberado mediante un coordinado jalón que involucra a toda la comunidad de la gota. Estos se reflejan en el cielo formando lo que conocemos como arco iris. Cada extremo del mismo posee una olla llena de oro que es minuciosamente vigilada por un duende cascarrabias, pero eso ya es otra historia.

sábado, 22 de marzo de 2014

Amor Ciclotímico

tu y yo nos besamos
noche fresca de verano
ni ademanes ni esbozos
como la lluvia al aire besa

tu y yo nos quisimos
sinfines de elogios muertos
derroteros de dulce piedra
grita el recuerdo pasado

tu y yo nos herimos
sueltas palabras sin pensar 
besos en el aire vuelan
después de todo, silencio

tu y yo nos matamos
tal vez al parecernos tanto,
más de lo que quisimos
al final soy vos mismo

tu y yo nos matamos
el deseo parece muerto
el recuerdo grita vivo
chapoteo, no duermo, desvarío 

tu y yo nos quisimos
no fue el momento de estar contigo
incertidumbres querida,
es amor ciclotímico


viernes, 21 de marzo de 2014

Ligero de Ropa

En el momento en que bajó del taxi una brisa le avisó de su desgracia. Emilio no llevaba puesto sus pantalones. Corrió tras el árbol más cercano, abrió su billetera y la mala suerte cayó como un yunque sobre su cabeza. Un billete de dos en el desierto. El ejecutivo no puede volver a casa, tiene que entrar a su trabajo y buscar esos pantalones que alguna vez quedaron guardados en el armario de la oficina. O bien esperar un milagro del cielo que le cubra las piernas...
En la esquina está el mesías. Un montón de pantalones viejos desparramados por el suelo. Estos harapos bastarán para tapar su vergüenza. Emilio prueba uno que parece de su talle. Mete una pierna, luego la otra, sube, suube, suuube, no, no sube. A ver, a ver, ese otro, este tiene que ser, si, si, una extremidad, la otra a su lado, sube como ascensor vacío, yyyyyyyy, un costal de papas con un diente de ajo adentro. Pero che, este, este seguro si, ahí vamos, rápido que viene gente, dale Emilio. Este anda eh, un poco achupinado y de tiro alto pero nada que nuestra progenie vaya a sufrir. 
El edificio de las obligaciones está tan solo a unos 20 metros, es cruzar la calle y ya. Emilio emprende su periplo, saca el celular de un bolsillo de su saco para ver la hora. El muy travieso se le escapa de las manos, choca el suelo y se abre cual bomba racimo. Un improperio dedicado a la lora. Búsqueda de las partes y Armado de celular tomo I, libro importante para cualquier usuario de la telefonía móvil. Uy, uy, uy, qué difícil agacharse con eso, y que mala elongación Emilio. Ya encontró la batería y el chip, solo falta la tapita de atrás, esa cosita. Allá está, al lado del cordón. Pero nuevamente la brisa le da una mala noticia. La costura de su nuevo jean cedió como una ramita sosteniendo un elefante. Otra vez la vergüenza al descubierto. No queda otra que ocultar la herida. El maletín. Pero ¿llevar el maletín atrás? Es incomodo y sospechoso. “¿Que tenés ahí atrás Emilio? ¿Que nos traes de regalo?” Nada que a usted, señora secretaria, le interese. O tal vez si, solterona de miércoles. No, no es una buena idea el maletín. Taparse con las manos no es mejor idea. Subirse el pantalón no es aconsejable por el bien de su fecundidad. La única que queda es sacarse el sweater y atárselo a la cintura, un look muy púber pero es suficiente para camuflar. Me saco el saco, me pongo el pongo. Me saco el sweater, me ato el sweater. Listo. Una pinturita. La cola del esmoquin tapa el calzón que se asoma. Ahora ponerse el saco y sacarse el pongo. Dónde quedó, dónde. Puta che, se voló como cinco metros para allá. Está todo mugriento, es un estropajo. Qué lindo llegar así al trabajo. “Buen día Dr. Sucio, vine a consultarle por el tema de la sucesión…” Bueno, son rachas, días negros si los hay.
Cruzó la calle, abrió la puerta y se enfrentó a su destino. Saludó rápido, marchó hacia el ascensor, tocó el botón 4 y rogó que nadie se le acople. La puerta se abre en el primer piso. Suben las cinco jóvenes nuevas recientemente egresadas de abogacía pero que a la vez parecen egresadas de una escuela de modelaje. Oculta su pobreza con lo que tiene a mano, su bendito maletín. Por suerte las muchachas hablan fuerte entre ellas y apenas notan su presencia. Además, seamos sinceros, quien de estas bellezas se va a fijar en Emilio, un pobre abogado alopécico de 45 años. El visor luminoso marca el destino. Una breve despedida y la llegada a la oficina. Unos pocos metros lo separan de su pantalón escondido. Ya tranquilo y confiando abre la puerta. Adentro está su compañero Adolfo. “Hola Adolfo ¿Cómo estás? ¿Cómo salió la academia este finde? Eh, che ¿esos pantalones? Bastantes informales para el tra-ba-jo…” Si, Adolfo vestía sus pantaloncitos queridos aborrecidos durante los últimos 50 minutos.