de Mariano Martín

sábado, 21 de junio de 2014

A tu perfume

Te vas y te quedás. Te quedás ahí en todos lados. Ahí en la tacita que usaste para tomar un café semi-caliente. Ahí en las miguitas de la tostada. La mordida con la que volaron los perdigones de pan por la mesa. Ahí en la hoja que dibujaste. Unos garabatos infantiles. Siempre te gusto dibujar, desde que te conozco, la mejor dibujante de sonrisas que he encontrado. Ahí en el vestidito de viruta que dejó el lápiz. Darle vueltas y vueltas arriba de la mesa y el grafito se hace puntiagudo. Ahí en las cuerdas de la guitarra. Armoniosas ambas, mis dos amores, ahí abrazadas, cantando. Ahí en la tele. En silencio, el mute de las imágenes como una película de Chaplin a color. Ese grito sordo que todos emitimos.

Ahí en el cuarto. Esta vez no olvidaste tus aros. Encuentro tu silueta en el espejo. Girando frente al espejo ¿El carrusel de Adela, Charly? Ahí en la cama. Me acuesto un rato y me abraza tu fragancia en las sabanas. Traslación al pretérito inmediato. Memoria olfativa a corto plazo. Dibujando una boca en tu cuello. Ese pedacito de cuello que tantas cosquillas te da. Esa esquinita, ahí por atrás de la oreja. Te abrazo cada vez mas fuerte. Tranquilo. Esta noche también duermo contigo. Duermo abrazado a tu perfume

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