de Mariano Martín

sábado, 8 de abril de 2017

Pseudo Fibonacci

Me encontré hoy con una escalera espiralada. Al verla desde arriba me trajo a la mente la serie de Fibonacci. En verdad la escalera de hoy no se condice con la espiral dorada de Durero y por lo tanto no se encuentra dictaminada por el número áureo. Es por esto que la considero una Pseudo Fibonacci. Ajam, bien, ¿y que es lo que era Fibonacci? Bueno, la suma consecutiva de números sucesivos respetando siempre la adición del número actual a su inmediato anterior constituyen la sucesión o serie de Fibonacci. La adición consecutiva. La suma de lo actual más el inmediato anterior. ¿No somos nosotros esto mismo entonces? La suma del yo del inmediato ayer más el de hoy. La suma del del minuto que acaba de pasar con el del minuto actual. Una adición constante del uno con el otro pero consigo mismo. Un cambio constante, o mejor dicho, una adición constante pero siempre de lo mismo. Un poco más de yo, arriba de ya más migo mismo. Algo así como un pseudo crecimiento exponencial. Aunque, más creo que no seamos correctas series de Fibonacci andantes sino Pseudo Fibonaccis, como la escalera que me crucé hoy. Al no tratarnos de números es difícil creernos como suma. El yo de ayer podría estar restando al yo de hoy y al resve también, lo cuál impediría que nos constituyamos bajo el curioso, preciado e irracional número áureo. Aún así creo que el resultado final de nosotros mismos sería un número positivo, es decir el balance de sumas entre números reales positivos y negativos sería finalmente mayor a cero, salvo en excepciones en las cuales el pesar negativo siempre es mayor y por lo tanto terminaría venciendo ¿Qué sucedería en el caso de que sí nos constituyéramos bajo el número áureo y la adición sea siempre positiva? ¿Nacería, en un número determinado de la serie, el superhombre de Niezstche? ¿el hombre nuevo del Marxismo? ¿Nirvana tal vez? ¿Se volvería a nacer teniendo conocimientos de vidas pasadas? Mucho ruido y pocas nueces. Mientras, sigamos viviendo nuestra vida de Pseudo Fibonaccis alegre y apesadumbradamente, caminando por las calles con una sonrisa, esperando la próxima cachetada que nos baje todos los dientes.

(Aquí les dejo la foto de la escalera que inspiro este escrito, aunque no lo crean la foto la saqué yo mismo)