La cinta roja atada en mi mano. Recuerdo quien la ató y como. Pero lo que no recuerdo es aquel momento en que la cinta roja contra la envidia había sido atada con un solo giro mediante, disponiéndose así cual banda de Moebius. Esta topología es simplemente una banda con una sola cara y un solo borde, dado que se construye dando vuelta uno de los extremos y uniéndolos luego. Siempre me llamo la atención esta topología y mis ocurrencias de compararla con algo tan inmenso, desconocido y real como la vida. ¿Será que la vida misma es la banda de Moebius? Pero este simple pensamiento de una persona común y corriente como yo, ha sido ya abordado históricamente por grandes intelectuales. Lacan, aunque con otra impronta en su teoría de la topología en el psicoanálisis, utiliza la banda de Moebius para explicar algunas cosas. Yendo directo al grano y sin entrar en la teoría: los extremos no están de lados opuestos sino del mismo. Inconsciente y consciente son lo mismo. Se trasvasa del uno al otro por la misma cara y borde. Los opuestos que tanto nos balancean. Bien, ahora retomando mi visión... si la vida misma es la banda de Moebius ¿Hay manera de salir de ella? ¿O es que en realidad la vida es más fácil de analogarse a otra topología? ¿Un toroide? Ese anillo magnético. Girando entorno al toro. Esto también lo analizó Lacan. Es que este hombre ya ha tomado todas las topologías para realizar su teoría renovada del psicoanálisis, reestructurando al viejo Freud.
De la topología que no he encontrado registro a modo de metáfora es
del solenoide. Una estructura helicoidal capaz de generar un campo
magnético muy fuerte en su interior y muy débil en su exterior. ¿Y
que si la vida es un solenoide entonces? Describiendo su propia forma
espiralada/helicoidal y nosotros estando adentro de la misma con un
solo sentido vectorial de avance. De terminar la longitud del
solenoide, entraríamos en el campo externo, el cual da un giro sobre
si mismo y vuelve a entrar al dispositivo, osea la vida misma. Esto
puede tener dos interpretaciones. Una es que al terminarse el largo
del solenoide, la vida se acaba como tal, pero vuelve a retomarse en
otra vida, que en realidad es la misma. Punto a favor para los
re-encarnacionistas. Otra sería explicar esta teoría de modo
similar a la banda de Moebius, es decir que siempre se trata de la
misma cara o en este caso el mismo campo magnético. En el solenoide
el camino de nuestra vida se rige por el campo que se abre ante la
inminente corriente eléctrica, a diferencia de la banda de Moebius
en donde nuestra vida se vería encaminada por la superficie única
de la mencionada topología.
Me convence más esta segunda opción. Pero bien... ¿que sería esta
fuerza eléctrica que determina el campo magnético de nuestro
destino? ¿Son las acciones que uno toma día a día y traen una
consecuencia inmediata? ¿Es cada una de las acciones el movimiento
de los electrones sobre la hélice? ¿O es que la corriente eléctrica
es ajena a nosotros y es una fuerza impulsora natural que escapa a
nuestras capacidades y por lo tanto nuestro destino ya está
determinado desde el inicio de los tiempos?
Algo también que llama a la reflexión es la intensidad de los
campos magnéticos. En el exterior de la espiral es débil y en el
interior es fuerte. Véase aquí dos cosas. Cuando nos encontramos
dentro del mismo el avance sería intenso, impulsándonos hacia
adelante rápidamente, pero cuando estamos afuera el avance sería
lento, aunque también nos impulsaría. ¿No se condice esto también
con situaciones de la vida misma? Momentos en los cuales los días
son efímeros, se volatilizan, escapándose. Y por otra parte
momentos eternos en los cuales las agujas del reloj son de plomo.
Momentos rápidos ¿cuáles? La respuesta espontánea, los felices, por dentro del solenoide. Momentos lentos, los tristes. Los momentos
penosos, tormentosos, esos en los que el tiempo no transcurre se
encontrarían por fuera mismo del solenoide. Como dije más arriba
uno llega indefectiblemente a estos momentos de forma repetitiva, de
esta manera podrían vincularse nuevamente la figura de la banda de
Moebius con la del solenoide. En un caso impulsado por el campo y en
la otra por la superficie transportadora. Llevándonos de los
momentos felices a los tristes y viceversa.
Anteriormente me pregunté si se puede salir de la banda de Moebius.
La respuesta se encuentra en el corte de la misma, pero no quiero
profundizar en eso, porque todo corte se corresponde luego con una
re-enlazamiento de la misma banda, lo cual sería un reciclado de la
vida. En cambio en el solenoide, y teniendo en cuenta que el
movimiento de electrones que determina el campo eléctrico de la vida
podría estar dictado por nuestras acciones continuas, existiría la
posibilidad de cambiar la intensidad del campo con tan solo cambiar
nuestras acciones. Ahora bien ¿realizar qué tipo de acciones
aceleraría el campo haciendo que el tiempo transcurra más
rápidamente? ¿cuales lo contrario? ¿O es esto una metáfora de la
retro-alimentación positiva y negativa, en la cual cuantos más
buenos momentos, más rápido se nos pasa el tiempo, y cuantos más
momentos malos, más lento se nos hace? Esta teoría deja cabos
sueltos y preguntas abiertas. Por ejemplo, el hecho de vivir muchos
momentos buenos, aumentaría la intensidad del campo magnético, la
velocidad relativa a la cual transcurre el tiempo y por lo tanto la
llegada al final del dispositivo, sumiéndonos rápidamente en una
etapa sombría. Aquí, la retro-alimentación negativa generaría una
disminución de la intensidad del campo, con la consecuente
disminución de la velocidad relativa del tiempo y por lo tanto la
salida de este momento negativo ¿es esto así? Tal vez la respuesta
esté justamente en la concepción relativa del tiempo. Tomando de
esta manera tópicos de la teoría de la relatividad de Einstein.
¿Y que hay respecto de la longitud del solenoide? ¿es constante o
se puede ver alterada en distintos momentos, alargando o acortando
trayectorias y colaborando a la percepción relativa del tiempo?
Bien, según la física y el dispositivo tradicional, la longitud del
mismo es constante. Pero permito analizar este aspecto desde la
metáfora de la vida misma, aunque ponerlo en juego complicaría
mucho el análisis del modelo teniendo en cuenta la capacidad de
modificar la intensidad del campo magnético. Es decir, de
modificarse la longitud y el campo, habría dos variables que
estarían encargadas de la relatividad del tiempo. La modificación
del campo podría darse por las acciones cotidianas que uno toma,
pero el largo del solenoide desconozco completamente como podría
modificarse. Por lo cual quedaría un cabo suelto. Aunque no habría
que despreciarlo, de hecho estamos muy lejos de comprender la vida
misma y el sentido que ella esconde.