de Mariano Martín

martes, 31 de enero de 2017

Oficina


Resultado de imagen para ataque de nerviosAtaque de nervios. Eso tuvo Simón al insultar a su jefe. Le dijo todo. Todo eso que tenía acumulado hace días, semanas, meses, años... Le dijo que estaba cansado de ese trabajo patético, rutinario y aburrido. Le dijo que lo tenían cansado sus compañeros, todos idiotas sobrevalorados por tener un título universitario. Le dijo que le molestaba su silla, que era incómoda y le hacía doler la espalda. Le dijo que estar sentado 8 horas frente al monitor de la compu le hacia bolsa los ojos, aunque tuviera ese protector de rayos de los 90. Le dijo que no le gustaban el color de las paredes, que parecía que las había pintado un daltónico. Le dijo que la ventana que tenía más cerca daba a un patio ciego y no corría aire. Le dijo que en ese patio ciego estaba lleno de palomas y por ende todos los bordes de las ventanas tenían esa caca ácida de pájaro. Le dijo que la que limpiaba le desordenaba su escritorio. Le dijo que limpiaba mal, que hasta él manco podía limpiar mejor las cosas. Le dijo que estaba cansado de comprarse lapiceras nuevas porque sus compañeros le robaban la suya. Le dijo que la semana pasada le habían robado una lapicera roja con brillitos que estaba re buena y le había salido un montón. Le dijo que le rompía soberanamente los esquemas la música que pasaban en la radio que eligía Sofía todas las santas mañanas. Le dijo que a él le gustaba más la música clásica y no tanto el cachengue, y mucho menos los temas de moda que pasan en la radio. Le dijo que cuando era chico tocaba el piano y que de ahí venía su gusto por la música clásica. Le dijo que odiaba las discusiones de fútbol. Le dijo que no era ni de River, ni de Boca, ni de Racing, ni de nadie ni de ningún equipo. Le dijo que parecían simios hablando, cargándose y riéndose por el fútbol. Le dijo que a el en realidad le gustaba el tenis porque de vez en cuando iba a raquetear con amigos. Le dijo que no quería levantarse nunca más a las 6 de la mañana y tomarse el maldito 34 para llegar a la oficina. Le dijo que a las 6 era muy temprano, sobretodo en invierno que recién amanece a las 8. Le dijo que desayunar a oscuras no le gustaba, que el desayunaba a la luz del sol con su café calentito. Le dijo que prefería el café con leche pero aveces se olvidaba de comprar leche. Le dijo que estaba podrido de llegar a las 7 de la tarde a su casa luego de una hora de viaje de vuelta en el maldito 34. Le dijo que para las 7 de la tarde ya estaba cansado y sin ganas de hacer nada. Le dijo que para hacer alguna otra actividad en el día él tendría que llegar 5 o 6 de la tarde así tenía media hora para merendar, media hora para hacer la digestión y luego ver de hacer alguna actividad. Le dijo que aveces no sabía si empezar algún deporte o alguna otra actividad. Le dijo que para las 7 de la tarde tenía que empezar a cocinar para comer a las 9, mirar una serie y acostarse a las 11 para dormir 7 pobres horas y volver a la rutina el día siguiente. Le dijo que no quería ir más al baño del edificio porque para hacer lo segundo le daba asco y hacía un reborde de papel sobre la tabla del inodoro para que sus piernecitas no tuvieran contacto con los letales gérmenes del inodoro. Le dijo que encima aveces no había papel higiénico ni jabón para lavarse las manos. Le dijo que el en realidad no se lavaba las manos cuando hacía pis pero si si hacía caca. Le dijo que aveces se lavaba las manos antes de hacer pis. Le dijo que era un viejo pelado, gordo y feo. Le dijo que solía haber olor fétido todas las mañanas, que no sabía si provenía de sus muelas podridas o directamente de su cuerpo. Que era obvio que su nueva mujer lo quería solo por el dinero y que la había visto con otro tipo. Le dijo que se lavara los dientes y la pelada con jabón blanco neutro. Le dijo que se saque la barba candado, ese vestigio de vigilante. Le dijo que, además de ser viejo, pelado, gordo y feo, también era petiso y chueco. Le dijo todo eso mordiéndose fuerte la lengua. Gritando con la mente y echando humo por las orejas pero sin sacarlo afuera. Se lo dijo, escuchando y prestando atención a las nuevas indicaciones de su jefe, para mañana volver y hacer lo mismo que todos los días...