de Mariano Martín

domingo, 20 de agosto de 2017

Formas


Resultado de imagen para formas nubes dinosaurioCuando me acosté en la arena para mirar el cielo me di cuenta que algo no estaba bien. Había perdido completamente la capacidad de relacionar las formas de las nubes con animales, objetos, caras o incluso seres irreales sacados de diversas mitologías o simplemente creados por mi imaginación. Como cuando uno mira esos pisos de empedrados irregulares, mármol o incluso algunos tipos de madera, en los cuales los contrastes y texturas parecen dar el puntapié inicial para que la imaginación vuele y encuentre formas donde no las hay. Creo que todos hemos encontrado perros atrapados en la segunda dimensión cuando miramos con detalle estos tipos de contrastes. Aunque simil, lo de las nubes es diferente. La textura esponjosa, algodonosa y blanca nos permite ver objetos tridimensionales sin ninguna dificultad. ¿Es eso de que he perdido la capacidad o simplemente las nubes de hoy en día no son como las de antes? ¿Es este otro atropello del sistema que despoja al hombre incluso de la capacidad de entretenerse encontrando formas en las simples cosas de la naturaleza? Ninguna de ambas, es solamente que en ese pequeño instante en que quise congelar la mirada para encontrar una forma, el viento me jugó una mala pasada y desarmo cualquier posible tiranosaurio rex de vapor de agua. Ahora es distinto. Encuentro la figura de un perro con la cola como un bastón y dispuesto a jugar. Pero solo es eso, nada más. Nada más comparado con la infinitud del cielo. Sentirse la nada misma cuando uno cae en cuenta de la inmensidad por la que está rodeado. Un sinfín de kilómetros separándome a mí de quién sabe qué, de quién sabe dónde, de quién sabe cuándo, de quién sabe cómo. Tal vez de un yo mismo de otros tiempos, o tal vez de un yo mismo de ahora mismo, como recorriendo un circulo infinito de kilómetros por medio del espacio a una velocidad infinita para dar de vuelta con uno mismo. Arduo trabajo para autoencontrarse. Viajar con una mirada sería como una extrospección introspectiva o algo así. Lanzarse al universo para chocarse con uno mismo. De frente y sin tapujos luego de recorrer infinitos kilómetros, allí mismo donde las paralelas se cruzan. 

sábado, 8 de abril de 2017

Pseudo Fibonacci

Me encontré hoy con una escalera espiralada. Al verla desde arriba me trajo a la mente la serie de Fibonacci. En verdad la escalera de hoy no se condice con la espiral dorada de Durero y por lo tanto no se encuentra dictaminada por el número áureo. Es por esto que la considero una Pseudo Fibonacci. Ajam, bien, ¿y que es lo que era Fibonacci? Bueno, la suma consecutiva de números sucesivos respetando siempre la adición del número actual a su inmediato anterior constituyen la sucesión o serie de Fibonacci. La adición consecutiva. La suma de lo actual más el inmediato anterior. ¿No somos nosotros esto mismo entonces? La suma del yo del inmediato ayer más el de hoy. La suma del del minuto que acaba de pasar con el del minuto actual. Una adición constante del uno con el otro pero consigo mismo. Un cambio constante, o mejor dicho, una adición constante pero siempre de lo mismo. Un poco más de yo, arriba de ya más migo mismo. Algo así como un pseudo crecimiento exponencial. Aunque, más creo que no seamos correctas series de Fibonacci andantes sino Pseudo Fibonaccis, como la escalera que me crucé hoy. Al no tratarnos de números es difícil creernos como suma. El yo de ayer podría estar restando al yo de hoy y al resve también, lo cuál impediría que nos constituyamos bajo el curioso, preciado e irracional número áureo. Aún así creo que el resultado final de nosotros mismos sería un número positivo, es decir el balance de sumas entre números reales positivos y negativos sería finalmente mayor a cero, salvo en excepciones en las cuales el pesar negativo siempre es mayor y por lo tanto terminaría venciendo ¿Qué sucedería en el caso de que sí nos constituyéramos bajo el número áureo y la adición sea siempre positiva? ¿Nacería, en un número determinado de la serie, el superhombre de Niezstche? ¿el hombre nuevo del Marxismo? ¿Nirvana tal vez? ¿Se volvería a nacer teniendo conocimientos de vidas pasadas? Mucho ruido y pocas nueces. Mientras, sigamos viviendo nuestra vida de Pseudo Fibonaccis alegre y apesadumbradamente, caminando por las calles con una sonrisa, esperando la próxima cachetada que nos baje todos los dientes.

(Aquí les dejo la foto de la escalera que inspiro este escrito, aunque no lo crean la foto la saqué yo mismo)

jueves, 16 de febrero de 2017

Vidaloide

Resultado de imagen para solenoide campo magnetico

La cinta roja atada en mi mano. Recuerdo quien la ató y como. Pero lo que no recuerdo es aquel momento en que la cinta roja contra la envidia había sido atada con un solo giro mediante, disponiéndose así cual banda de Moebius. Esta topología es simplemente una banda con una sola cara y un solo borde, dado que se construye dando vuelta uno de los extremos y uniéndolos luego. Siempre me llamo la atención esta topología y mis ocurrencias de compararla con algo tan inmenso, desconocido y real como la vida. ¿Será que la vida misma es la banda de Moebius? Pero este simple pensamiento de una persona común y corriente como yo, ha sido ya abordado históricamente por grandes intelectuales. Lacan, aunque con otra impronta en su teoría de la topología en el psicoanálisis, utiliza la banda de Moebius para explicar algunas cosas. Yendo directo al grano y sin entrar en la teoría: los extremos no están de lados opuestos sino del mismo. Inconsciente y consciente son lo mismo. Se trasvasa del uno al otro por la misma cara y borde. Los opuestos que tanto nos balancean. Bien, ahora retomando mi visión... si la vida misma es la banda de Moebius ¿Hay manera de salir de ella? ¿O es que en realidad la vida es más fácil de analogarse a otra topología? ¿Un toroide? Ese anillo magnético. Girando entorno al toro. Esto también lo analizó Lacan. Es que este hombre ya ha tomado todas las topologías para realizar su teoría renovada del psicoanálisis, reestructurando al viejo Freud.
De la topología que no he encontrado registro a modo de metáfora es del solenoide. Una estructura helicoidal capaz de generar un campo magnético muy fuerte en su interior y muy débil en su exterior. ¿Y que si la vida es un solenoide entonces? Describiendo su propia forma espiralada/helicoidal y nosotros estando adentro de la misma con un solo sentido vectorial de avance. De terminar la longitud del solenoide, entraríamos en el campo externo, el cual da un giro sobre si mismo y vuelve a entrar al dispositivo, osea la vida misma. Esto puede tener dos interpretaciones. Una es que al terminarse el largo del solenoide, la vida se acaba como tal, pero vuelve a retomarse en otra vida, que en realidad es la misma. Punto a favor para los re-encarnacionistas. Otra sería explicar esta teoría de modo similar a la banda de Moebius, es decir que siempre se trata de la misma cara o en este caso el mismo campo magnético. En el solenoide el camino de nuestra vida se rige por el campo que se abre ante la inminente corriente eléctrica, a diferencia de la banda de Moebius en donde nuestra vida se vería encaminada por la superficie única de la mencionada topología.
Me convence más esta segunda opción. Pero bien... ¿que sería esta fuerza eléctrica que determina el campo magnético de nuestro destino? ¿Son las acciones que uno toma día a día y traen una consecuencia inmediata? ¿Es cada una de las acciones el movimiento de los electrones sobre la hélice? ¿O es que la corriente eléctrica es ajena a nosotros y es una fuerza impulsora natural que escapa a nuestras capacidades y por lo tanto nuestro destino ya está determinado desde el inicio de los tiempos?
Algo también que llama a la reflexión es la intensidad de los campos magnéticos. En el exterior de la espiral es débil y en el interior es fuerte. Véase aquí dos cosas. Cuando nos encontramos dentro del mismo el avance sería intenso, impulsándonos hacia adelante rápidamente, pero cuando estamos afuera el avance sería lento, aunque también nos impulsaría. ¿No se condice esto también con situaciones de la vida misma? Momentos en los cuales los días son efímeros, se volatilizan, escapándose. Y por otra parte momentos eternos en los cuales las agujas del reloj son de plomo. Momentos rápidos ¿cuáles? La respuesta espontánea, los felices, por dentro del solenoide. Momentos lentos, los tristes. Los momentos penosos, tormentosos, esos en los que el tiempo no transcurre se encontrarían por fuera mismo del solenoide. Como dije más arriba uno llega indefectiblemente a estos momentos de forma repetitiva, de esta manera podrían vincularse nuevamente la figura de la banda de Moebius con la del solenoide. En un caso impulsado por el campo y en la otra por la superficie transportadora. Llevándonos de los momentos felices a los tristes y viceversa.
Anteriormente me pregunté si se puede salir de la banda de Moebius. La respuesta se encuentra en el corte de la misma, pero no quiero profundizar en eso, porque todo corte se corresponde luego con una re-enlazamiento de la misma banda, lo cual sería un reciclado de la vida. En cambio en el solenoide, y teniendo en cuenta que el movimiento de electrones que determina el campo eléctrico de la vida podría estar dictado por nuestras acciones continuas, existiría la posibilidad de cambiar la intensidad del campo con tan solo cambiar nuestras acciones. Ahora bien ¿realizar qué tipo de acciones aceleraría el campo haciendo que el tiempo transcurra más rápidamente? ¿cuales lo contrario? ¿O es esto una metáfora de la retro-alimentación positiva y negativa, en la cual cuantos más buenos momentos, más rápido se nos pasa el tiempo, y cuantos más momentos malos, más lento se nos hace? Esta teoría deja cabos sueltos y preguntas abiertas. Por ejemplo, el hecho de vivir muchos momentos buenos, aumentaría la intensidad del campo magnético, la velocidad relativa a la cual transcurre el tiempo y por lo tanto la llegada al final del dispositivo, sumiéndonos rápidamente en una etapa sombría. Aquí, la retro-alimentación negativa generaría una disminución de la intensidad del campo, con la consecuente disminución de la velocidad relativa del tiempo y por lo tanto la salida de este momento negativo ¿es esto así? Tal vez la respuesta esté justamente en la concepción relativa del tiempo. Tomando de esta manera tópicos de la teoría de la relatividad de Einstein.
¿Y que hay respecto de la longitud del solenoide? ¿es constante o se puede ver alterada en distintos momentos, alargando o acortando trayectorias y colaborando a la percepción relativa del tiempo? Bien, según la física y el dispositivo tradicional, la longitud del mismo es constante. Pero permito analizar este aspecto desde la metáfora de la vida misma, aunque ponerlo en juego complicaría mucho el análisis del modelo teniendo en cuenta la capacidad de modificar la intensidad del campo magnético. Es decir, de modificarse la longitud y el campo, habría dos variables que estarían encargadas de la relatividad del tiempo. La modificación del campo podría darse por las acciones cotidianas que uno toma, pero el largo del solenoide desconozco completamente como podría modificarse. Por lo cual quedaría un cabo suelto. Aunque no habría que despreciarlo, de hecho estamos muy lejos de comprender la vida misma y el sentido que ella esconde.

martes, 31 de enero de 2017

Oficina


Resultado de imagen para ataque de nerviosAtaque de nervios. Eso tuvo Simón al insultar a su jefe. Le dijo todo. Todo eso que tenía acumulado hace días, semanas, meses, años... Le dijo que estaba cansado de ese trabajo patético, rutinario y aburrido. Le dijo que lo tenían cansado sus compañeros, todos idiotas sobrevalorados por tener un título universitario. Le dijo que le molestaba su silla, que era incómoda y le hacía doler la espalda. Le dijo que estar sentado 8 horas frente al monitor de la compu le hacia bolsa los ojos, aunque tuviera ese protector de rayos de los 90. Le dijo que no le gustaban el color de las paredes, que parecía que las había pintado un daltónico. Le dijo que la ventana que tenía más cerca daba a un patio ciego y no corría aire. Le dijo que en ese patio ciego estaba lleno de palomas y por ende todos los bordes de las ventanas tenían esa caca ácida de pájaro. Le dijo que la que limpiaba le desordenaba su escritorio. Le dijo que limpiaba mal, que hasta él manco podía limpiar mejor las cosas. Le dijo que estaba cansado de comprarse lapiceras nuevas porque sus compañeros le robaban la suya. Le dijo que la semana pasada le habían robado una lapicera roja con brillitos que estaba re buena y le había salido un montón. Le dijo que le rompía soberanamente los esquemas la música que pasaban en la radio que eligía Sofía todas las santas mañanas. Le dijo que a él le gustaba más la música clásica y no tanto el cachengue, y mucho menos los temas de moda que pasan en la radio. Le dijo que cuando era chico tocaba el piano y que de ahí venía su gusto por la música clásica. Le dijo que odiaba las discusiones de fútbol. Le dijo que no era ni de River, ni de Boca, ni de Racing, ni de nadie ni de ningún equipo. Le dijo que parecían simios hablando, cargándose y riéndose por el fútbol. Le dijo que a el en realidad le gustaba el tenis porque de vez en cuando iba a raquetear con amigos. Le dijo que no quería levantarse nunca más a las 6 de la mañana y tomarse el maldito 34 para llegar a la oficina. Le dijo que a las 6 era muy temprano, sobretodo en invierno que recién amanece a las 8. Le dijo que desayunar a oscuras no le gustaba, que el desayunaba a la luz del sol con su café calentito. Le dijo que prefería el café con leche pero aveces se olvidaba de comprar leche. Le dijo que estaba podrido de llegar a las 7 de la tarde a su casa luego de una hora de viaje de vuelta en el maldito 34. Le dijo que para las 7 de la tarde ya estaba cansado y sin ganas de hacer nada. Le dijo que para hacer alguna otra actividad en el día él tendría que llegar 5 o 6 de la tarde así tenía media hora para merendar, media hora para hacer la digestión y luego ver de hacer alguna actividad. Le dijo que aveces no sabía si empezar algún deporte o alguna otra actividad. Le dijo que para las 7 de la tarde tenía que empezar a cocinar para comer a las 9, mirar una serie y acostarse a las 11 para dormir 7 pobres horas y volver a la rutina el día siguiente. Le dijo que no quería ir más al baño del edificio porque para hacer lo segundo le daba asco y hacía un reborde de papel sobre la tabla del inodoro para que sus piernecitas no tuvieran contacto con los letales gérmenes del inodoro. Le dijo que encima aveces no había papel higiénico ni jabón para lavarse las manos. Le dijo que el en realidad no se lavaba las manos cuando hacía pis pero si si hacía caca. Le dijo que aveces se lavaba las manos antes de hacer pis. Le dijo que era un viejo pelado, gordo y feo. Le dijo que solía haber olor fétido todas las mañanas, que no sabía si provenía de sus muelas podridas o directamente de su cuerpo. Que era obvio que su nueva mujer lo quería solo por el dinero y que la había visto con otro tipo. Le dijo que se lavara los dientes y la pelada con jabón blanco neutro. Le dijo que se saque la barba candado, ese vestigio de vigilante. Le dijo que, además de ser viejo, pelado, gordo y feo, también era petiso y chueco. Le dijo todo eso mordiéndose fuerte la lengua. Gritando con la mente y echando humo por las orejas pero sin sacarlo afuera. Se lo dijo, escuchando y prestando atención a las nuevas indicaciones de su jefe, para mañana volver y hacer lo mismo que todos los días...