Esta
foto la tomé cuando hace unos meses ascendimos al misterioso cerro
Uritorco en la localidad de Capilla del Monte en Córdoba, Argentina.
La persona de la foto es un total desconocido para mi. No se su
nombre, su sexo, su edad, su estado civil, su domicilio, su religión,
su identidad política, su profesión, su hobbie. Desconozco si tiene
familia, casa, perro, gato, auto, trabajo. Tampoco se si está
persona es feliz, con una sonrisa dibujada de oreja a oreja, en la
plenitud de su vida o si está verdaderamente triste, peleando con
demonios internos. Quiero que sepan que si bien la curiosidad me
lleva a querer averiguar muchas de estas cosas, en realidad no siento
necesidad de saber tanto de esta persona. No me interesa saber su
nombre, su sexo, su edad, su estado civil, su domicilio, su religión,
su identidad política, su profesión, su hobbie. Tampoco quiero
saber si tiene familia, casa, perro, gato, auto, trabajo. Tal vez si
me gustaría saber si esta persona está feliz o triste. Siempre
siento necesidad de abrazar a esa gente desconocida que llora en la
calle. De preguntarle: ¿Qué pasó? Y escuchar unos segundos para
rematar en un abrazo, que acerca a dos personas que no se conocen
para nada pero se prestan unos minutos. De todos modos no creo que
vaya a saber si esta persona es feliz o triste en su vida. Son
instantes efímeros. ¿Quien puede decir que fue feliz toda su vida?
Pero digo toda en el concepto total de absoluto, me refiero a cada
instante vivido. Lo mismo pero con la tristeza. Siempre es un
balance. Esperemos que a última hora el balance siempre sea
positivo, no? Bueno, voy a darle un nombre a esta persona. Más que
nada para dejar de llamar a esta persona como “la persona”, dado
que el derecho a la identidad lo tenemos todo y llamar a una persona
como “la persona” claramente está atentando contra esto.
Llamemosle “Andrea”. Andrea, si. ¿Por qué Andrea? Muy sencillo,
como desconozco el sexo de esta persona prefiero poner un nombre
unisex. Aquí es cuando muchos atolondrados se precipitarán a
destacar que “Andrea” es un nombre de mujer, pero no muchachos,
“Andrea” es un nombre también de hombre, de hecho muy común en
Italia, Andrea Boccelli, Andrea Pirlo y demases. Bien, ya sentada
esta pequeña aclaración quiero dedicarme a pensar que pensaría
Andrea en esta foto. También lo desconozco, pero quiero aventurarme
a adivinarlo. Andrea entre las nubes. Primero pensaría en el viento
que soplaba allá arriba. Pucha che que soplaba lindo ahí, estaba
medio fresquito pero había sol. Pensamiento básico que la mayoría,
no digo todos, deben tener cuando llegan a algún pico. “Qué lindo
día!”, también pudo haber sido. Pero dejame entrar en algo más
profundo. En ese momento Andrea pensó en la vida. Si es muy general,
lo sé. Pero pensó en la vida, haciendo un recorrido general en este
fenómeno grandioso, desde el origen biológico de la misma en el
caldo primitivo hasta el momento en que llegó hasta la cima del
cerro y miró hacia el valle. Recorrió mentalmente todo lo que lleva
aprendido. Cada paso dado. Cada risa a carcajadas y cada lagrima
llorada. Cómo una nube se mueve tan rápido aunque parezca lenta.
Cómo el cielo es tan azul y profundo. Cómo se sentiría saltar al
vacío y desplegar alas. Cómo hacían los aborígenes nativos para
no lastimarse las patas en tamaños lugares llenos de espinas y rocas
filosas. Cómo los pájaros vuelan. Cómo empezó el mito místico y
alienígena del Uritorco. Cómo es que se olvidó de traer comida.
Cómo es que las nubes son vapor de agua. Cómo es que el sol brilla
tan fuerte. Cómo es que se ve tan chico el pueblo desde acá. Cómo
es que te fuiste abuelita. Cómo es que terminé acá arriba. Cómo
es que sigue la vida. Freno. Cómo es que sigue la vida. Por lo
pronto bajando de acá. Aunque si me quedo... Me siento acá otro rato
a contemplar no más. Mirar por mirar, pensar, filosofar. No es eso
lo que nos diferencia de los animales. Bueno aprovechemoslo.
Sentarme. Lejos de los ruidos ciudadanos. En la tranquilidad. Y
seguir pensando. Pensando en que llegué muy lejos. Pero, ¿es eso lo
que vale?¿la pregunta no sería si soy feliz? Claro que sí, esa es
la pregunta. Dejámelo pensar. No es fácil de responder. Como te
digo, nada es absoluto. Que chicos que somos en el universo. Citando:
“no somos nada”. Es que en realidad somos polvo. “del polvo
venimos y al polvo vamos” citando. La vida como una continuidad de
citas. ¿Todas las frases que uno pueda decir ya habrán sido dichas
por otra persona en otro tiempo y espacio? Aquí la respuesta se
resuelve sencilla: no. La combinatoria es infinita por lo cual
siempre escaparía a lo repetitivo. Ahora bien, si uno se encontrase
limitado a un repertorio de palabras utilizables en una cantidad
establecida, la respuesta sería que sí, que toda frase ha sido
dicha con anterioridad, lo cual indicaría que nos pasaríamos de
plagio en plagio. Curioso ¿no? ¿Si preguntamos lo mismo con la
música? ¿Están ya todas las melodías inventadas? Pues claro que
no, pero si que acá los casos de plagio son más evidentes. Bueno
aveces no se si son plagios, pero es raro que haya canciones que
coincidan perfectamente en su progresión de acordes. Uff, me fuí.
Acá en el cerro Uritorco, ahora. Me colgué como quien mira el fuego
en la playa. Hace mucho que no voy a la playa. Echarme panza arriba
en la arena y nada. Después un baño entre las olas y vuelta a lo
mismo. Esperar que el tiempo pase. “Esa hermosa sensación de que
el tiempo se echó a perder” citando. Mejor si es de noche. Panza
arriba escuchando el ruido del mar y mirando las estrellas. La
profundidad del cielo nocturno. Acá de noche también se deben ver
muchas estrellas y capaz OVNIs como la gente dice. Que se yo. Nunca
me detuve a pensar mucho en eso. Seguro que hay más seres vivos que
nosotros en el unvierso. Lo que si es seguro es que deben ser
bastante distintos a nosotros. Mirá que humanos hay de todo tipo y
color. Todo tipo y color. Posta que si. Qué diversa la raza humana.
Es muy loco pensarlo. Qué distintos que somos a lo largo de la
esfera. Qué diferentes culturas. Una locura hermosa. Hermosa. Y si,
me acuerdo de vos. Pero justamente vine acá para despejarme. Sigamos
pensando en esos dilemas existenciales del ser humano moderno. Bueno
no se si tanto. Sino simples preguntas que me hago. Debería existir
la facultad o el don de poder hablar con objetos inanimados. Si, eso.
Hablar con cualquier cosa inanimada. De esa manera, por ejemplo, esta
roca gigante sobre la cual estoy parado podría contarme como es que
surgió esta zona serrana y que misterios oculta. Ahí se terminaría
la incertidumbre. Pero…¿estaría bueno eso? ¿saber absolutamente
todo? ¿la verdad de la milanga como quien dice? Lo dudo. Aunque si
reflexionamos, la verdad verdadera es relativa. Asi que tampoco
podríamos saber la verdad absoluta. Ahí está, otra vez. El
concepto de absoluto. No hay nada absoluto. Bueno algunas cosas sí,
según la ciencia el cero absoluto de temperatura es a 273°C bajo
cero, es decir a 0 K (grados Kelvin). Ahí se supone que la energía
cinética sería nula y no habría movimiento de partículas. ¿Habrá
existido tal cosa en algún momento? Porque creo que ni siquiera
antes del big bang puede haber estado todo tan quieto. Qué locura el
big bang por favor.
Bueno
en fin, si alguien reconoce a Andrea en la figura, que por favor le
avise que le tomé una foto. Que no se enoje por el nombre que le
puse, espero que le haya gustado. Y diganle gracias por dejarme
enmarcarla/o en tan lindo paisaje.